Es domingo y nos ponemos en alerta para la semana
que comienza. Los niños, que dejaran en el baño, sus juegos del parque,
descienden del cuello de sus padres. Los matrimonios, tomados de la mano,
comentan la visita a la suegra o los planes inmediatos. Lentamente nos acomodamos en el bus.
La línea P7, que nos llevará de regreso a la Habana, arranca. En la mitad de la misma, varios
grupillos de jóvenes siguen, de pie, con su algarabía. Algunos pasajeros hemos terminado el día con unas copas y otros pocos, entre ellos Modesta, unas copas demás.
Ella está en el primer asiento, y yo de pie junto a ella. Comienza a cantar a voz en cuello: “Nadie, nadie sabrá jamás cuanto te quise…”; a su lado, un flaco también beodo, le hace el dúo. Los
jóvenes del medio comienzan el barullo, matizado por risas y por picantes comentarios
positivos y negativos hacia la cantante improvisada: ¡Selena!, ¡Shakira!, ¡Cántate
un reggeatón!
-¡Hoy es mi cumpleaños
59!,- les espeta, interrumpiendo su canto. Lo festejé con mi mamá y con mi
hermana; añade, alzando la voz.
Algunas voces coreamos
el tradicional Happy Birthday y otras dan vivas a la cumpleañera. Ella sonríe y
retoma su canción emocionada. “Nadie nadie comprenderá, que nos pasó…”; para su canto, me mira y casi en un susurro me dice: el corazón se me llenó el día de hoy; mi
hija Marilis me llamó desde Mallorca. Se emociona, le brillan los ojos y
continúa: “Y aunque el mundo viva feliz, yo estaré triste...”. El borrachito contiguo y otros
dos cantantes improvisados coreamos bajo su dirección: “Esperando el
retorno..., esperando el retorno y esperando el retorno…”, Modesta cierra la
canción como si estuviera en un gran escenario: “ ¡De nuestro amor!”
No pocos la aplaudimos
y otros ríen escandalosos. En esta época oscurece más temprano y Virgen del Camino con sus casas sencillas se pierde en la noche. Modesta, inicia un tango que es apabullado por la concurrencia. Se dirige a mi, de tal modo que la escuchen: "Es la ignoracia, propia de una P7; en una P4 viaja otra gente..." Un pasajero la contradice amablemente y yo le propongo que cantemos otra del "Dúo Dinámico". Le alegra saber que conozco a los catalanes sesenteros y comienza "Te perdí...".
Poco antes de que las primeras luces de La Habana aparezcan, me cuenta de su hija Marilis y de los años que tiene de no verla. Cambio de tema para evitar que llore, y mientras el bus se acerca a su andén, cantamos en voz baja un bolero.
El bus se detiene frente al
Capitolo; luego de despedirnos, se deja ir entre las tinieblas invernales de la capital acompañada de un tango poco conocido.
Habana, noviembre 2012