La patria, letras, vos
“Para construir la Patria no necesito más que el sol”.Carlos Mejía Godoy
En estos días en que la Patria despunta y los cobardes reniegan, te escribo. Ha llegado la hora de contentarse y ponerse a trabajar por una Patria más bella, hacer que florezca bien… Espero cuando llegue, mirar a mi Patria longa bonita, perfumarla, ponerle vestido y alpargatas nuevos, colocarle flores en el cabello y ropa de fiesta. Llevar de mi brazo a mi Patria digna a bailar marimba en la fiesta campesina.
Te escribo en estos días de sol chiquito, pero inti-sol. No se a cual de las dos que vos eres escribo, a aquella que es más calma, callada, sensata, cuerda de remate o a la que está loquita, a la que ríe dulcemente y que me envía esas cosas preciosas que tienen sentido solo al otro lado de la razón (que por cierto no es la sinrazón).
Antes de regresar por un ratito a mi llacta, antes de dejar ésta mi casa temporal, me he puesto a limpiar y a limpiarme, tal vez para ir hacia mi Patria de chonta, guapo y libre y para verte y que me veas alegre. En medio de esta ablución, he leído otra vez cartas, escritos y poemas míos y de otros. He acunado a libros olvidados y he quitado las estampillas de los sobres, las cuales ayer ya viajaron donde mi tigrillo.
He recordado tu vuelo y tus manos desgranando los choclos, mientras leo esos poemas tuyos, que aunque no sabes escribir, bien podrías haberlos hecho. Las letras del Jorge Carrera y las contorsiones del Fakir y he gozado con las locuras de Palacio, el lojano, el Pablito. Me he dajado arrullar por mi primo guayaco el Medardo Angel y por mi prima Elena, la hija de Walsh. De mi abuelito Jorge Luis, solo los poemas. He recitado a coro la "Bienvenida" con mi tío Mario y con las estrofas del Miguelito, ese familiar cercano tuyo y mío a quien mataron los "fachas" hace rato.
Me da contento leerlos, es leerte, como leerte es verte tolando la cancagua o dando hierba a los cuyes. Leerlos y escucharte, me contenta tanto como oir sobre mi Patria ahora, por fin ahora lista para la siembra.
Dejar ésta mi casa temporal, no me pone melancólico, como no me puso dejar mi casa de los Andes, debo confesarlo. ¡Cuanto desapego! me dicen. No tengo nostalgia, será quizás por ser amigo de gitanos, pariente de otavaleños, o por ser bisnieto de judíos errantes.
A quienes tenemos la suerte de tener por casa camarotes de barco, por cama petates cubiertos de cielo o tiendas en el desierto, esa agridulce “saudade” no nos llega desde ese costado. Mas bien desde las cartas que se releen y queman… Cuando te escucho cantar en kichwa o cuando tus hermanos y hermanas tocan el pingullo desde las vacías parvas de cebada y arveja.
Decía el papá de mi amada Yourcenar cuando los días eran magros: "no te preocupes, si ya mismo nos vamos, no ves que nosotros no somos de acá" y siempre se iban de todos lados. Asi mismo me pasa ¡Qué chiste! Yo soy un poco de ningún lado, soy un poco de acá y sigo siendo del pupo del mundo. A él vuelvo ahora, solo para verte y cabalgar juntos las mulas antes de la trilla, para comer choclotandas y para dar besos a mi Patria de de sal prieta y supirrosas.
Vuelvo solo para tomarme con vos un canelazo y para invitarles a vos y a mi Patria de orquídeas y curiquingues a bailar altivas en la fiesta campesina.
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