Hoy, como siempre,
tengo dificultad en encontrar un taxi. Todos prefieren la
dirección contraria, y como siempre, tengo que caminar por lo menos un par de
cuadras y esperar que en la nueva intersección aparezca alguno desocupado. Su
conductor es un tipo amable que luego de pedir las coordenadas me pregunta de dónde
soy y se sorprende, no sé por qué, cuando le respondo que soy quiteño, y más aún
del Barrio América.
- El América está en la A, acota. Yo soy del
Aucas, pero me gusta el América y también el Deportivo Quito, casi digo alma
bendita, remata con picardía. Si usted vivió ahí, ha de saber que era barrio de
músicos, Don Medardo, Los hermanos Baca…, amigos míos... - Cuando le cuento que fui vecino
de ambos en la Calle Riofrío, se ilumina, al Jaime (Baca) le compré una batería, el otro hermano, el del piano dizque ha muerto, dice.
Replico que hasta
donde yo sé, Aníbal sigue vivo y activo…
- Yo soy músico, y hablo en
presente porque eso no se deja nunca. De joven fui profesional, luego cuando me
casé, como no alcanzaba para la papa, me hice profesor en Tambillo y luego con
tres hijos, taxista. Ahora tengo 75, pero a mis veinte, era parte de “Los Fabulosos”, antes toqué en varias orquestas buenas y tuve incluso algunas presentaciones
con la famosa “Salgado junior”. Fui parte de la banda del programa de los
sábados de Christian Johnson, pero también toqué en otros sitios de diversión
finos, de esos que no hay ahora… En el “Complejo El Rey”, en “Le Toucán”...
Entonces yo también recuerdo el programa de televisión “Sábados
espectaculares”, que a veces miraba de niño. El hombre conduce y el recuerdo le ilumina el
rostro, constantemente gira la cabeza como para que su pasajero sea testigo de
la luminosidad de los tiempos mejores invadiéndolo. Casualmente, llegamos a la
10 de Agosto a la altura de El Ejido y la geografía le da más confianza.
-Yo tocaba en los night clubs de esta zona dice: En "La Llave", cerca de la Alameda; “El Círculo” en la Tarqui; “El Tomic” en la Santa Prisca... Aunque el mejor era el “Royal Horse”, eran sitios elegantes, no cualquiera entraba ahí. No es como ahora, que si tiene plata ya pasa ¡No señor!, ahí había el estricto derecho de admisión. Además de bien vestido, tenía que tener alguna referencia, tenía que haber sido presentado previamente o venir con alguna recomendación. Lugares exclusivos de verdad. Y las vedettes eran preciosas, llenas de trajes de luces y de pieles y plumas, con shows de baile, con unos cuerpazos…
Vuelven a mi memoria, los
comentarios de mis tíos, acerca de aquellas beldades de las que escuché en mi
infancia, pero que nunca conocí.
-Si habrá oído de la famosa “dama
de rojo”, ella trabajaba allá-, dice señalando un local grande que ahora es un
mini mercado... La tristemente célebre "dama de rojo" que escandalizaría a la
ciudad, al descubrirse que asesinaba a sus acompañantes. Ella fue la más
conocida de las nacionales, pero había otras bien guapas, esas sí, mujercitas, la
mayoría costeñas. Y si bien siempre hubo extranjeras, en especial colombianas, cuando
el país se hizo rico con el petróleo, vinieron montones de argentinas,
chilenas, brasileñas. La primera que causó furor fue la Iris Chacón. Locos les
tenía a los coroneles y generales. Luego Olga Breeskin, a los ministros de
Roldós y de Hurtado- acota riendo.
Llegamos al destino y me dice que
espere un rato. Seguimos conversando de ese Quito nocturno sesentero y
setentero, de esa estructura de clase más marcada, de la ciudad tranquila que
se movilizaba en las noches sin peligro, de la migración a mi viejo barrio abundante
en estudiantes universitarios…
Hace una pausa.
-El que es músico nunca deja de
serlo, dice, y me cuenta su fascinación con el youtube, que le permite a sus 75
años seguir mejorando la técnica de tumbadoras con los tutoriales. Entonces, cuenta
algo de sus días de docente, preámbulo para relatar cómo se separó de su esposa
por un tiempo.
-… porque, usted sabe, uno es hombre y músico…
pero vivimos juntos desde hace años, nos llevamos bien…, con las que toca
siempre, porque son jodidas, pero… bien vivo con mi mujercita-.
Estrecho la mano de don Aguirre Clavijo,
músico, docente, taxista... Le agradezco por la carrera y por el fantástico recorrido.
Joaquín Sabina en una de sus
canciones dice que si pudiera vivir otras vidas, sería taxista en
Nueva York. Sin duda, serlo en la gran manzana, ganaría en adrenalina, pero imagino que en
cualquier latitud tiene su gracia. En Quito tiene además el campechano
toque coloquial.
2 comments:
Entretenido, bien contado, nostálgico. Quito y su gente son un cofre de dijes para descubrir al mundo. Felicitaciones Alexis.
Gracias querido hermano DIVINATOR!
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