Friday, September 08, 2006

Buenas tardes:

Les doy la binevenida a este blogg en un día extrañamente soleado, acá donde muchas veces el cielo es un techo gris.
Gracias por visitarlo, espero se diviertan y sepan que son libres de poner lo que deseen.

Un abrazo
Aleksis

Thursday, September 07, 2006

La última vez que nací lo hice en un lugar cercano a Kitu o Kitsató. Las manos que me sacaron al mundo eran de una estudiante que estaba de paso, hija de las tribus al noroeste de germania. La primera vez que nací, creo que fue por el 1453, el mismo día que los otomanos tomaran Constantinopla.
Despúes de algunas reencarnaciones, muertes trágicas y otras beatíficas, después de lincantropía y vuelos de quiróptero, de bacanales y de naufragios. Más allá de otra serie de resurecciones entre los muertos, aparecí en un pueblito cercano a Kitsató, llamada por los mayas "la ciudad del sol recto".
Los Apus me llevaron después a cobijarme con el taita Chimborazo. Aún muy chico, juagaba a sus pies hasta que tuve siete, danzando en las cosechas de trigo y de arveja, montando mulas, jugando en el páramo, escuchando historias junto al fogón...
Entonces fui rapatado por Kitsató. En ella conocí el amor primero en una dulce chiquilla de ojos de caña verde y 13 años de edad, de nombre vietnamita, con ella terminó mi segundo septenio. El amor carnal me fue mostrado por medio de una wallen, que se derritió en el espacio como la nieve dentro de casa.
De pronto La mordaza y la muerte me rondaron, las dos sin alcanzarme, quizás por muy chico, quizás por mi flacura, por la generosidad de mis amigos. Pero la muerte alcanzó muy temprano a mis queridos, en las lunas en las que me consolidaba como felino de colmillo largo contra el tirano-papanatas. Ese tuerto cobarde que entonces se hacia de frente con el poder, desgarbado y cruel, enemigo de nuestro ejército-cofradía de argonautas guerreros, inspirados en Alfaro y el Ché.
Con el sueño de revolución fragmentado terminó mi tercer septenio y el próximo sería inestable: encuentros de nuevos amores y pasiones fortuitas, descubriendo en las mujeres su hermosura de ensueño tanto como su capacidad de hacernos padecer. Etapa de llegar al nihilismo y al rito, al epicureo desvanecimiento en fiestas, drogas y placeres, días de cansancio...perpetua agonía, predicciones, visiones paranoias, espresadas en cotidianos poemas y dibujos para ella... Ana, mi fantasma. Así se llamaba, reía como la guitarra que me diera, olía como el manzano que plantáramos juntos, sabía como el mar de la pequeña playa blanca de donde nacen las venus cerámicas.
Mientras este septenio iniciaba su descenso, la vida generosa me traería un pequeño tigrillo palpitando en el amnio, desde el fondo de Lynn. Luego la felicidad plena entre un universo de sal prieta y de sol, entre ríos y cálida humedad, agonizando encantado en brazos de "motitas de algodón" y campesinas generosas de senos redondos y firmes en la tierra del maná eterno, del mana-bí. También conociendo la miel que surge de esos corazones generosos que viven flotando entre míseras casas al borde de la ría de la ciudad gigante, ría cuyo otro borde es derroche y alcurnia. Entre esas favelas, villasmiserias, guasmos, el amor se andulza entre tiros de cartucheras y humo de bazuco. Gente digna que estrechó mi mano, que endulza sus días y resiste, que no se deja llevar de toda la basura parida por esa vieja estéril llamada miseria.
Los andes y las islas volcán, la Ceci amándome con dulzura y abnegación, la Tanti amándome... en brisas y torbellinos. Un diente de león que ilumina con su amarillo intenso alguna parte cerca del Tirol. La Europa loca casi en la edad de Cristo, y entre dos hermosos ojos verdes, el inicio de mi quinto septenio, el norte, otro descubrimiento. Soledad que siempre me ha acompañado, ahora más serena, sentada junto a mi al escritorio con la mirada brillante, ojos de capulí con los labios rosados casi esbozando una sonrisa, me acaricia el cabello mientras inicio este blogg.