Saturday, June 14, 2008

CHE, 80 años: Reflexiones ante una conemmoración que yo no la hago.

El día de hoy se conmemorarían 80 años del nacimiento del Ché, por lo menos ante los ojos del mundo, ante los de su madre serían 80 años y un mes. Sin embargo, quien en vida fuera Ernesto Guevara de la Serna no los cumple, por que esta muerto.

Está muerto desde el 67 y es parte de esa gloriosa tribu a la que ingresan quienes sellan con la muerte su accionar. Esa firma que se plasma quizás en la frase que James Dean, premonitorio, nos legara: "Vive rápido, muere joven, que todos vean un hermoso cadáver". Las damas de beneficiencia, no llevarán a ningún asilo un pastel lleno de 80 velitas. El señor Guevara falleció para que el Ché se convierta en mito.

Pero se celebran los 80 y eso les da cuerda los sociólogos y a los charlatanes que argumentan acerca de su obra y cada día en sendos coloquios académicos subrayan sus errores. El aniversario dará más ideas a los guionistas de cine que lo colocarán políticamente más lejos o más cerca de los gustos del productor. Los politólogos y la izquierda moderada proyectaran su accionar al presente y le pondrán de ejemplo ante los "malos" que aún en estos días se atreven a seguir su camino.

Un presidente del sur dice que su obra, la guerra de guerrillas, ya no es válida en este siglo 21, mientras el Imperio, su enemigo mortal, quizás tendrá un "César"negro. En ese imperio, la gusanera de Miami sigue espantada con el recuerdo del sanguinario fusilador y por supuesto Alvarito, Varguitas Jr., lo presenta en el internet como la cruel máquina de matar.

Los postmodernos dirían que hay tantas verdades como percepciones pueden tenerse. Muchos dicen que el Ché fue un hombre cruel, otros dicen que era muy tierno. Todos coiniciden en su nobleza y en la entrega a su causa. No pocos lo tildan de vanidoso, inflexible y testarudo. De los mitos se dicen siempre tantas cosas y los cándidos esperan perfecciones olvidándose de que los mitos antes fueron hombres y mujeres. Y el Ché fue un hombre, un hombre nada más y nada menos.

No me importan ni los homenajes que le hagan, mucho peor los coloquios analíticos de su vida y obra, nada eso. Tampoco me importa la dimensión que cualquiera quiera darle y menos aún la feligresía al ícono plasmado en la foto de Korda. Quizás solamente quisiera escuchar atento, desde una mesa de comedor, las anecdótas de uno de sus viejos compañeros de escuela, de viajes o de bronca, con esa dulzura implícita que siempre tienen los viejos.

Del Ché, dos lecciones de vida: el jugarse el pellejo por lo que creía y esa brutal capacidad de jamás arredrase a decir lo que pensaba.