Avanza en su bicicleta
por las guayacas calles lodosas. Reparte papeles mimeografiados con su
programa de gobierno. Solicita el apoyo para su partido: Cruzada Reivindicadora
Nacional e invita al mitin que se hará
en la explanada próxima. Entre vítores y carcajadas siguen a la bicicleta los lumpescos
más nobles, los desarrapados más ágiles y decenas de perros con sus pulgas y niguas.
También van los desocupados, y como a todo mitin, los vendedores ambulantes.
Unos van por curiosidad y los que ya lo conocen para escucharle con atención o para divertirse con el
discurso del candidato presidencial.
Baja de la bicicleta bien
cuidada y nadie le espera para la foto. Usa el biciclo para transportarse y no para
ganar votos de ecólogos ni de deportistas. Eusebio Macías Suárez, el humilde candidato
zambo y moreno sube a la improvisada tarima y devela su programa sicodélico y
cibernético. Sus antiguos votantes saben que su posición religiosa es la de
agnóstico unificado. En su primera derrota soltó su
verdad más cabrona y lapidaria: “En el Ecuador se nace votando y se muere
votando por el patrón”. Continúa con su discurso, que culmina con su grito de
guerra: ¡Arroz con menestra y carne pa’l pueblo!
Los aplausos y ovaciones no se hacen esperar, la pequeña
multitud se acerca para abrazarlo, aunque luego no vote por él, sino por Guevara Moreno o por el serrano Ponce
Enríquez. En la campaña contra este último, Eusebio logró 469 votos a nivel nacional.
Luego de 30
años de participar en contiendas presidenciales que siempre terminaron en
derrota; en el 79, terminado el cierre de campaña, caminaba sonriente junto a sus
seguidores, iban más allá de Las Peñas, hacia la Atarazana. Unos dicen que él iba
voluntariamente, otros que eran tres hombres quiénes afectuosamente lo hacían
avanzar. Al llegar a su destino, se despidió de su pequeña multitud e ingresó
al hospital psiquiátrico Lorenzo Ponce.
foto: https://mantofilms.wordpress.com/
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