Monday, June 25, 2007

Recorridos en la ciudad grande
La fiesta de la música
La “féte de la musique”, una locura. Hasta casi las cinco de la tarde del día del solsticio, apenas poblándose de animales musicales, apenas coros de niños y ancianos en un parque, apenas unos chiquillos adecuando la batería para un público conformado solo por un par de ingleses y un par de ecuatorianos.
Desde las seis la ciudad se desnuda, muerde el racimo y se transforma en bacante. La gente se raya y sale a los balcones a tocar para la gente, otros caminan por las calles con su instrumento. Desde la ventana de un segundo piso, un par de andaluces tocan a Camarón de la Isla para el público que pasa como en manifestación. Un sereno al revés.
De todos lados, jóvenes y viejos se botan a la calle con su guitarra, con su darbouka, con su djembé. Tipos cualquiera como vos o como yo, que tocan lo que quieren, con pasión y elegancia. Viejos y jóvenes, nos maravillan y se maravillan. El 21 es la mejor fiesta pagana de la ciudad de la luz. Chamas y chamos con letreros que dicen "abrazo gratis" o "beso gratis" y en la algarabía uno que otro se acerca y recibe su hippie caricia de siglo 21.
Todos somos felices, viendo los pequeños conciertos en Place des Vosgues y al pie de la iglesia de Saint Sulpice o las multitudinarias presentaciones debajo de la adusta mirada de la República, o poniéndole ritmo al vuelo del ángel de La Bastille.
Abajo, los mortales de la ciudad estamos en un inmenso alucine... Por mi parte, mientras bailo y me tomo una biela, me inserto en la vorágine feliz. Me digo para mis adentros: así debe de ser el cielo... el cielo que nos corresponde a nosotros.
El amarillo de mi camiseta futbolera ilumina los callejones, mientras me sigo perdiendo en la noche parisina...

Pero claro este París también es una novia loca que siempre te mueve y te conmueve a lo bestia.