Tuesday, January 17, 2017

Dahuë yo’oye



La tierra rozó la barriga de la canoa y descendimos al improvisado muelle en la ribera del Cuyabeno. Era domingo por la mañana, las nubes estaban más oscuras que los días precedentes y parecía aún más temprano de lo que era en realidad. La comunidad Siona a la que arribamos estaba desierta y sin embargo, podía escucharse al fondo de la misma, al interior de una construcción mixta, la voz eufórica de un pastor cristiano y la respuesta de sus feligreses. Efi, el guía, detuvo al grupo debajo de un árbol de guaba machetona y comenzó a mostrar los árboles de chonta, las frondosas matas de yuca y algunos corocillos, mientras esperaba el fin del oficio religioso y la llegada de Mama Luz, la matriarca.
El grupo se concentra en la explicación, y yo más bien en el paisaje, por lo que soy el único en notar a un muchacho con camiseta y pantaloneta negras, salir de un rincón de la selva opuesto al templo. Tendrá no más de dieciséis años y se acerca lentamente hacia nosotros guardando prudente distancia. Cuando está a pocos metros, puedo ver que sus ojos están enormemente abiertos, sus manos crispadas abriendo y cerrando los dedos, como si se prepara para usarlas. Nos mira de reojo, a medida que se aleja lentamente, mientras el grupo inocente disfruta de unas guabas.
Efi percibió donde estaba mi atención y me dijo: ese muchacho tiene muy mala energía, cuando era chico se le metió un espíritu de la selva muy poderoso.
-¿Le han llevado al hospital en Lago Agrio? inquirí esperando la respuesta mística.
- Imposible, los brujos dicen que el espíritu es tan poderoso que podría matar al médico. Ninguno de los curanderos se atreve a tratarlo solo. Dicen que solo una ceremonia con al menos 30 shamanes podría hacer algo…
Los miembros del grupo disfrutan del fruto de la guaba machetona y comentan sobre su exquisitez nunca probada. El guía retoma la explicación de la flora y el muchacho viene de nuevo en dirección contraria, pasa a nuestro lado a la misma prudente distancia, pero esta vez con paso ágil. Lo miro con disimulo, protegido por  las gafas y la visera. Cuando está completamente de espaldas, ausculto sus movimientos para determinar un diagnóstico. Entonces gira violentamente su cabeza y su mirada llameante se ensarta en mis ojos. Me asusto por un instante, me invade un leve estremecimiento en esa fracción de segundo, tal como aquella vez que vi junto a mi pierna una serpiente en Dureno. De inmediato el templo se llena de euforia, el pastor genera invocaciones más fuertes que se amplifican desde el megáfono y que antecenden a gritos, quejidos y hasta llanto de los asistentes. El muchacho desaparece en la selva y el templo queda en silencio.
Efi nos lleva a una plantación de yuca cercana. Aparece Mama Luz con su vestido vaporoso color jade y su amplia sonrisa, hunde sus manos en la tierra y muestra lostubérculos que acaba de sacar. Al mismo tiempo se abren las nubes y el sol pretende mostrarse, todo lo cual hace que las exclamaciones emocionadas de los visitantes se dejen oír.
Puedo divisar otra vez al muchacho, quien desde un costado de la plantación, está agazapado entre unas matas de plátano. Ahora luce una camiseta amarilla, sus ojos siguen enormemente abiertos, pero no mira al grupo de reojo, sino directamente, con la misma expresión de un jaguar listo para saltar. Mama Luz, delicadamente vuelca la vista hacia el platanar y el chiquillo se esconde.
foto: Yuan Xiao

3 comments:

Anonymous said...

de que género es la lectura?

Anonymous said...

Resumen

Anonymous said...

Resumen?